3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo quien, por
su gran misericordia, mediante la Resurrección de Jesucristo de entre
los
muertos, nos ha reengendrado a una esperanza viva,
4 a una herencia incorruptible, inmaculada e inmarcesible, reservada
en los cielos para vosotros,
5 a quienes el poder de Dios, por medio de la fe, protege para la
salvación, dispuesta ya a ser revelada en el último momento.
6 Por lo cual rebosáis de alegría, aunque sea preciso que todavía por
algún tiempo seáis afligidos con diversas pruebas,
7 a fin de que la calidad probada de vuestra fe, más preciosa que el oro
perecedero que es probado por el fuego, se convierta en motivo de
alabanza, de gloria y de honor, en la Revelación de Jesucristo.
8 A quien amáis sin haberle visto; en quien creéis, aunque de
momento no le veáis, rebosando de alegría inefable y gloriosa;
9 y alcanzáis la meta de vuestra fe, la salvación de las almas.
10 Sobre esta salvación investigaron e indagaron los profetas, que
profetizaron sobre la gracia destinada a vosotros,